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Hay más conciencia social sobre la violencia de género

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Gabriela Boada, Directora Ejecutiva de Aministía Internacional Argentina.

Si bien Brasil es el país de la región con mayor tasa de feminicidios, no es el único en el que la violencia contra la mujer ha ido en aumento. En Argentina, se estima que una mujer es asesinada cada tres días por esta causa, un problema que se ha incrementado en el transcurso de 2010.

La referente de Amnistía Internacional en Argentina, Gabriela Boada, quien disertó en Córdoba en el marco del Congreso que organizó el Consejo Provincial de la Mujer, confirmó que la violencia de género está asociada con la cultura machista. Boada es especialista en problemáticas de género y fue la coordinadora de la campaña “No más violencia contra las mujeres”. Durante su visita en Córdoba, Comercio y Justicia dialogó con la especialista.

-En julio se reglamentó en Argentina la ley que protege a la mujer contra la violencia de género ¿ha cambiado algo a partir de la puesta en marcha de esa ley?

-Afortunadamente tuvimos algunos avances en los últimos años, aunque no en la medida en que uno quisiera, porque la problemática es muy grande y hace falta tomar medidas muy fuertes para luchar contra la violencia contra las mujeres. La reglamentación de la ley 26485 -que es una norma que da una cobertura más integral a las mujeres víctimas de la violencia de género- fue muy positiva, un fuerte paso hacia adelante.

Pero ahora nuestra preocupación es que esta ley realmente sea accesible a la mujer, que se pueda implementar correctamente, que tenga un presupuesto adecuado. Tenemos experiencia y sabemos que en Argentina la reglamentación de las leyes nunca fue nuestro fuerte. Tenemos legislación avanzada en diferentes problemáticas, pero después en la realidad terminamos, como país, estando muchos pasos detrás.

-¿Cuáles son las principales dificultades a la hora de implementar esta ley y cuáles los avances que han permitido que mejore la lucha de esta problemática?

-El tema del federalismo en Argentina afecta a este tipo de leyes porque siempre ocurre lo mismo. Tenemos el problema de que se sanciona una ley pero después las provincias tienen que adherir, y, eso retrasa todo, juega totalmente en contra de la igualdad para todas las mujeres argentinas. En cuanto a los avances, es importante destacar lo que viene haciendo en los últimos años la Corte Suprema de Justicia que ha creado las denominadas oficinas de violencia de género, ello es bueno porque son lugares en los que las mujeres son escuchadas y atendidas. No nos olvidemos de que hay muchos casos en los que la mujer va a la Comisaría y no le quieren tomar la denuncia, o no le creen, o es revictimizada y eso no lo podemos seguir tolerando. La situación ideal sería que la mujer pudiera ir a cualquier Comisaría y allí hacer la denuncia y que nadie la esté juzgando. Pero hoy en día, lamentablemente, ni el sistema ni el país están listos para eso. Entonces, como una medida paliativa, estas oficinas son muy buenas porque además allí las mujeres reciben una asistencia integral: las escucha un abogado, reciben atención psicológica, médica, todo en un mismo lugar sin tener que peregrinar por diferentes oficinas. Eso es importante porque sabemos que cuando eso ocurre muchas mujeres terminan desistiendo de ese camino. No obstante, la dificultad que se presenta es que al tener pocas oficinas muchas mujeres no pueden acceder o no conocen su funcionamiento. Son dificultades en cuya solución hay que ir pensando.

– ¿Cuál es el principal desafío por sortear?

-El primer desafío es poder mejorar la implementación de las políticas; tenemos legislación, tenemos políticas públicas, lo que tenemos que hacer ahora es poder implementarlas correctamente, lograr que cada artículo de esa ley, cada derecho, sea una realidad. Por otro lado, no tenemos que permitir, tolerar, ni admitir la violencia de género. Más allá de la violencia física, vivimos en una sociedad en la cual la presión psicológica, la presión cultural sobre la mujer es muy grande. Además, tenemos que declarar la violencia de género como una violación de los derechos humanos, porque es eso que ella es.

-¿Hay conciencia social para afrontar esta problemática?

-Creo que estamos mejorando. En los últimos años ha ayudado mucho la difusión mediática que hay, hace un tiempo era impensable que un informe de violencia de género saliera en todos los medios. Pero sobre este punto también hay que trabajar, hay que analizar sobre cómo se cubren este tipo de hechos por el periodismo, ahí tenemos también un desafío que tiene que ver con eliminar el discurso que trata de justificar, desde el machismo, que ella lo engañó, que ella hizo algo para justificar un acto de violencia. Los actos de violencia no se pueden justificar, eso es un desafío que tenemos como sociedad para ver qué vocabulario usamos, qué connotación les damos a las cosas y no tolerar que la violencia se torne natural, porque no debe ser así.

– Hay una creencia de que las mujeres víctimas de la violencia son pobres. ¿Esto es así?

– No es así. Lo que sí se puede decir es que a las mujeres pobres se les hace mucho más difícil salir de esa situación. La Organización Mundial de la Salud, por ejemplo, establece que una de cada tres mujeres en el mundo es víctima de la violencia de género en algún momento de su vida en manos de parejas o ex parejas. Está demostrado que esa violencia cruza todas las clases sociales, todas las culturas y todos los países.

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