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El jurista de la resistencia

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Por Luis R. Carranza Torres

Nacido en una familia de maestros católicos en 1901, Josef Wirmer fue el abogado más destacado dentro de la resistencia alemana al régimen nazi.
Su padre era director de un Gymnasium, el equivalente alemán a una escuela secundaria entre nosotros. Cursó sus estudios en Warburg, donde obtuvo su «Abitur», el certificado de graduación del nivel secundario, necesario en Alemania para poder ingresar en una universidad. Luego de ello estudió derecho en Friburgo y Berlín.
Sus ideas democráticas, en marcado contraste con la actitud firmemente monárquica que aún prevalecía en los círculos universitarios, le valieron, por esos tiempos, el apodo de «el Wirmer rojo». Luego de terminar sus estudios en leyes, rindió el examen de habilitación para ejercer la abogacía, en 1924, y para ingresar como funcionario a la administración pública, en 1927.
Berlín fue el lugar elegido para iniciar su práctica profesional. También fue allí donde comenzó a actuar políticamente en el Partido del Centro, formación política constituida para proteger y encauzar políticamente los derechos de la minoría católica en Alemania.
A diferencia de lo que ocurría en otros países, en este país el catolicismo no estaba vinculado con una ideología conservadora sino que existían muchas corrientes liberales en cuanto no tenía relación con lo religioso, que incluso llegaban a la izquierda moderada. La principial de ellas, el llamado «catolicismo renano», se caracterizó por su liberalismo en lo político y su apertura respecto de las cuestiones sociales, que lo colocaba en las antípodas del tradicionalismo prusiano -fuertemente anticatólico, por otra parte-.

Pronto se destacó en ambos ambientes, el jurídico y el político. Ante el avance de los nazis en el concierto político, dedicó sus esfuerzos a establecer una gran coalición de gobierno con los socialdemócratas y demás formaciones políticas moderadas a fin de impedir la llegada de Hitler al poder. Fracasó por las mezquindades y desconfianzas propias de la mala política y los nazis se hicieron del gobierno. Luego de ello, prohibieron todos los partidos políticos a excepción del nacionalsocialismo.
Como abogado litigante, Josef Wirmer se opuso a los nazis por sus convicciones democráticas y defendió lo poco del Estado constitucional que iba quedando en las cortes. Llevó adelante, con dedicado empeño, los cada vez más frecuentes casos de persecución racial, defendiendo a numerosos colegas cesanteados del servicio civil del Estado por ser judíos, lo que le valió ser expulsado del Rechtswahrerbund, el equivalente a nuestro colegio de abogados, que en la ideologizada dictadura hitleriana había sido rebautizado como «Asociación Nacionalsocialista de Profesiones Legales Alemanas».
Ya en 1936, Wirmer entró en contacto con los círculos sindicalistas de resistencia de Jakob Kaiser, vinculándose luego, a partir de 1941, con el círculo de Carl Friedrich Goerdeler. Merced a su impronta personal, Wirmer logró acercar y encauzar el actuar en conjunto de diversos sectores que normalmente se hallaban en franca oposición, como los sindicalistas, los socialdemócratas, los círculos eclesiásticos y las antiguas elites nobles.
Wirmer formó parte desde sus inicios del grupo que dio forma al complot del 20 de julio de 1944 y apoyó el plan de Claus von Stauffenberg para atentar contra Hitler y arrebatar el poder a los nazis.
En caso de haber triunfado, hubiese sido ministro de Justicia del nuevo gobierno, teniendo a su cargo desmontar toda la estructura normativa en que los nazis basaban la opresión de las minorías, que calificaban de «subhumanos».
Como parte del plan, Josef diseñó una nueva bandera nacional para Alemania, que se conoce con el nombre de bandera de Wirmer, también llamada Flagge Deutscher Widerstand o bandera de la resistencia alemana. Tal enseña serviría como pabellón nacional reemplazando la bandera roja con la esvástica, ya que por cuestiones políticas no se quería adoptar la antigua bandera de la República de Weimar. En su diseño tomó como modelo las enseñas nacionales escandinavas con la cruz de San Olaf, a las que aplicó los tradicionales colores nacionales de Alemania (negro, amarillo y rojo). Gracias a la similitud con las banderas nórdicas y la simbología cristiana se pretendía conseguir un acercamiento a los círculos conservadores militares, a quienes la bandera tricolor de Weimar no les agradaba en absoluto.
Arrestado luego del fracaso del movimiento, fue sumariamente procesado ante el Volksgerichtshof, el tribunal popular que habían establecido los nazis para dar una apariencia de legalidad a la inevitable sentencia de muerte en estos casos. Su audiencia fue presidida por el ignominioso Roland Freisler, con quien discutió en los términos más acalorados. Cuando éste lo trató de cobarde, diciéndole que pronto colgaría de una soga y que se iría al infierno, Wirmer replicó que no tenía miedo de morir y que sería un gusto ver a Freisler aparecer por ese mismo infierno no mucho después de él.
Su muerte era un asesinato estatal disfrazado de sentencia judicial, la que formalmente se pronunció el 8 de septiembre de 1944. Dos horas después fue ahorcado en la prisión de Plötzensee, en Berlín.
En una época de barbarie con ropaje jurídico, a la cual adhirió la mayoría de la profesión legal, por temor o conveniencia, Josef Wirmer es un ejemplo destacado de hasta dónde puede llegar el compromiso de un abogado en su lucha por alcanzar la justicia.

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