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El escenario social de Córdoba y la sensible franja de adolescentes

Por Salvador Treber. Exclusivo para Comercio y Justicia
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El trabajo que inspira el título de la presente nota hace conocer detalles esenciales sobre el penoso cuadro que afrontan los menores de hasta 17 años. Obviamente, se pretende movilizar a todos aquellos que, de una u otra forma, puedan contribuir a mejorar -en todos o cualquiera de los aspectos- el estado de virtual abandono que sufre una elevada proporción de esa franja poblacional. La investigación adoptó a ese efecto información relativa a la canasta familiar alimenticia y la situación en cuanto a las posibilidades reales de adquirirla para no padecer carencias que, a esa edad, condicionan casi irreversiblemente el futuro de esas jóvenes vidas.

Se trata de alrededor de seis millones de niños y jóvenes de hasta 17 años de edad que sufren el estigma de la pobreza y corresponden a los deciles más bajos de la pirámide distributiva. A ello se debe agregar que 1,3 millón están en un escalón aún inferior pues son indigentes. Es oportuno advertir que también integran familias más numerosas, con mayor número de niños, mientras que, por el contrario, en los tres deciles más elevados la procreación es más limitada. De todas maneras, en Argentina la relación media total muestra un índice de 2,69 hijos por cada grupo familiar mientras en el mundo la tendencia general, salvo en India Pakistán, Malasia, Indonesia y África Subsahariana, es descendente e incluso ya se advierten índices negativos en varios países europeos.
Para situarse en el contexto correspondiente cabe recordar que nuestro país es el octavo en el mundial por superficie y ocupa el 21º lugar entre 208 países de acuerdo con el Producto Interno Bruto (PIB), evaluado en dólares homogeneizados, con relación a su respectivo poder adquisitivo, que se elabora a tal efecto en la dependencia técnica especializada de la ONU. Estos destacados indicadores no se compatibilizan con las estadísticas sobre pobreza e indigencia, ya que por su magnitud pone en evidencia una notoria desigualdad distributiva.

El escenario en las 24 jurisdicciones
El precitado trabajo aporta los datos por provincia dentro de cada región. Éstas son cinco: las dos del norte del país (NEA Y NOA), la del sur; Cuyo y la Región Pampeana, compuesta a su vez por seis jurisdicciones: Capital Federal, Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos y La Pampa; esta última región, es por lejos, la más poblada pues comprende a dos terceras partes de toda la población de la Nación.
En cuanto a la Región Pampeana en su conjunto, debe advertirse que -como promedio- presenta un índice de 46,72% de pobreza para este sector etario, pese a que dentro de ella, también se incluye la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en la cual dicho indicador se reduce a 19,63%, obviamente el mejor respecto a todas las demás jurisdicciones. Su ubicación geográfica es óptima, dispone de los principales puertos de embarque y exhibe las principales grandes ciudades y las más concurridas y prestigiadas universidades que, sin duda constituyen en todo sentido, un fundamental polo de atracción. Por otro lado, Córdoba, no sólo por el número de habitantes sino por el nivel de su producto bruto geográfico per cápita y el desarrollo de sus sectores productivos está situada entre las provincias más desarrolladas. Por ello resulta hasta sorprendente que exhiba la condición de ser la que exhibe los mayores índices de pobreza entre los 24 fiscos analizados pues, según el trabajo referido, en el colectivo total de niños y jóvenes hasta 17 años la pobreza alcanza la escalofriante proporción de 55,63%, abarca a 564 mil de ellos, y los indigentes, un elevadísimo 15,3%.

Tales datos se conocieron a mediados de mayo pasado y, luego de transcurridos tres meses, no han sido rebatidos, con lo cual tácitamente se estarían ratificando los resultados de la elaboración precitada investigación.
En cuanto al resto del país, en el NOA ese indicador llega a 43,28% y el más alarmante corresponde a la provincia de La Rioja, donde los jóvenes pobres e indigentes llegan a 51,29%, presentando la marca más preocupante de la región.
En el NEA presenta una media de 43,28%, y el peor porcentaje es el de Corrientes con 53,59% pero, sorprendentemente, en Formosa es de 42,17%. De todas maneras, todos los registros provinciales son elevados en la zona Norte y requieren que se inicie con urgencia una acción diligente para bajar tan elevado nivel de pobreza. Para establecer políticas de Estado será indispensable la ayuda federal sin la cual será difícil modificar sensiblemente la situación.
En la región de Cuyo, el indicador de pobreza también es muy alto pues asciende a 52% y la que lo hace trepar en mayor medida es la provincia de San Juan, con 60,64%, contra 43,36 de San Luis y 46,92% de Mendoza.
Al sur del país, en la región Patagónica, que habitualmente tiene las mejores performances, esta vez no se ha salvado de la crítica pues sus porcentajes son muy semejantes a los referidos para la regiones antes citadas. La media de las cinco provincias que la conforman muestra un índice de 52,9%, en que la marca más elevada se detecta en Neuquén, con 60,64%, y la menor en Santa Cruz, que presenta un índice de 43,36%. Aun cuando son muy elevados pero como su población presenta una más baja densidad por km2 y el Estado es el principal receptor de mano de obra ello mejora el índice aunque no la situación real debido al elevado número de empleados públicos que tiene pero que también reducen su potencialidad productiva.
El director del trabajo subraya que en líneas generales “ratifican el fenómeno de infantilización de la pobreza y por ello el futuro está hipotecado”. En ese segmento no operan adecuadamente la educación, innovación, conocimiento y tecnología, haciéndose así “imposible soñar con un país desarrollado”

Problemas y propuestas
La precitada advertencia de tono lapidario debería operar como un factor decisivo para impulsar los cambios indispensables, pero nada sucedió.
El economista-jefe que dirigió el trabajo también sostiene que se deben “repensar las políticas públicas pues este fenómeno viene acentuándose desde 2011” y sugiere que se diseñe transversalmente la lucha contra la pobreza “con calidad y eficiencia”. En esta faceta, si bien tiene fundamentos y razón, peca de ingenuidad pues no menciona en ningún momento como decisivas las políticas implementadas en cuanto al esquema distributivo y su alta concentración en la cúspide, que incluso a en el ámbito mundial registra en la actualidad los índices más elevados.
Un ejemplo del período que está transcurriendo es el caso de Estados Unidos, donde ese índice exhibe los niveles más elevados de su historia. En tono casi patético advierten que el escenario de la pobreza en nuestro país corresponde al primer segmento de la población, mucho mayor que la referida a todo el país en general, y ese contexto hace que se vea impulsado a plantear soluciones en lo inmediato al sostener que el país “tiene como imagen el rostro de sus chicos” (nada menos que 46,04% de éstos); mientras si se calcula la proporción sobre la población en general, incluyéndolos, el índice desciende muy significativamente a 31,09%.

La situación de Córdoba
Los niños y jóvenes de la provincia de Córdoba en esa situación deberían beneficiarse con una acción conjunta de las autoridades provinciales y municipales. Urge que dediquen todos sus esfuerzos y recursos a bajar a no menos de la mitad dicho índice en el quinquenio 2018/22. Se califica de inexplicable que en una provincia que cuenta con una economía diversificada y sectores en crecimiento, tales como el agrícola-ganadero y minero, no se logre coadyuvar a superar ese virtual “pozo insondable de vergonzosa miseria”. Cabe recordar que nuestra provincia registra un producto bruto geográfico equivalente a 7,93% de nacional. Es semejante a Santa Fe tanto en producto como población, pero en materia de pobreza ésta última aparece con un índice 12 puntos porcentuales menor.

Lo que alarma es que la reacción sea escasa, salvo algún funcionario que anunció un próximo estudio “confiable”, sembrando dudas, pero no aportando fundamentos de peso.
Dado que toda la sociedad debe asumir la tarea de vigilar la formulación, ejecución y fiel cumplimiento de planes concretos al respecto, sería muy apropiado que sea nombrando al efecto un Comité de Contralor que debería integrarse sin funcionarios públicos y compuesto, en partes iguales, por representantes de las llamadas “fuerzas vivas” y representantes .de las universidades públicas y privadas con sede central dentro de la provincia. Previamente habría que organizar encuentros para analizar a fondo el informe referido y, en función de ello, comprometer la participación activa de su claustro de profesores y demás docentes de todos los niveles.
Por el tiempo transcurrido sin encarar acciones concretas y las dudas que parecen tener los funcionarios sobre el grado de certeza del informe, se ha advertido en los ámbitos técnicos especializados la vigencia de una sensación de impaciencia y desilusión que tampoco resulta útil a los efectos de mejorar el crítico cuadro de pobreza e indigencia de Córdoba que pone en grave peligro su futuro.
Quizá el “clima” general recesivo que se adjudica a la difícil situación de toda América Latina y, en especial de Brasil, confunde a quienes no cuentan con información precisa y desagregada.

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