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Discapacidad, deber de inclusión y derecho de acceso

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 Por Luis Carranza Torres* y Carlos Krauth **

Landon Carter, un aficionado de siete años del equipo de básquet de los Jazz Utah, pudo ver por primera vez un juego de su equipo esta temporada. Ellos integran la NBA estadounidense con sede en la ciudad de Salt Lake, estado de Utah. El equipo no es originario de allí sino que fue transferido desde Nueva Orleans y por eso su nombre.
La noticia no tendría nada de especial de no ser porque tiene una visión sumamente disminuida que el niño hace que en la práctica y a los fines legales se lo considere ciego. Sufre una enfermedad congénita llamada “anirida”, que se manifiesta en la ausencia del iris de los ojos.
Landon ve todo lo que le rodea tan borroso que apenas puede distinguirlo. Debe acercarse a centímetros para saber de qué se trata. Así es como debe ver la televisión, por ejemplo. Observar un partido el año pasado con unas gafas especiales para otorgarle una visión razonable fue toda una experiencia. Poder quedárselas y disfrutarlas en el día a día le cambiará la vida.
Tales gafas especiales tienen un costo de 10.000 dólares, que fueron asumidos por Joe Ingles, alero de los Jazz y ex jugador del Barcelona, a modo de obsequio al joven fan.
Los Jazz probaron esa nueva tecnología el año pasado, como parte de un proyecto para que todos sus hinchas puedan “ver” al equipo.

Según un estudio, en Utah hay 50.000 personas con graves problemas de visión y querían que todos ellos pudieran ver los partidos del equipo. La empresa eSight puso los medios. Unas gafas con cámara de alta definición que captura todo lo que el espectador ve y lo transforma en imágenes de video que se emiten en dos pantallas LED justo enfrente de los ojos del usuario.
La noticia tiene que ver más con nosotros de lo que parece. Las personas con discapacidad son los eternos olvidados de las políticas públicas. Nunca es ocioso recordar que vivimos en una sociedad que se halla estructurada sólo para quienes poseen sus cinco sentidos y, en particular y especial, dos de ellos: la visión y la audición. Desde no hace mucho en las áreas céntricas se puede contar con rampas para las personas con dificultades para movilizarse. Y no están en todas partes. Cuando uno se aleja del centro, directamente desaparecen. Estar en silla de ruedas implica en nuestra Córdoba no poder vivir en muchos edificios por la forma en que se ha diseñado su ingreso.
La discapacidad o necesidades diferentes es una situación de vulnerabilidad que se encuentra protegida jurídicamente. La ley nacional Nº 24091 lo establece con toda claridad. Sancionada en 1997, hace escasos 20 años, necesita una puesta a punto. Pero eso no desobliga a los otros niveles de la Administración Pública de ocuparse del tema.
A la par de ese deber de inclusión de las autoridades estatales, existe un derecho de acceso por parte de las personas con discapacidad, de disfrutar en paridad de condiciones de la infraestructura y eventos públicos y privados que no es reconocido y, mucho menos, existe en la agenda pública un plan para remover en el tiempo los muchos obstáculos que la cuestión implica.

Tal derecho, asimismo, no es ejercible exclusivamente respecto de los ámbitos estatales. Los privados, aunque en menor medida, tienen obligaciones en la materia que nacen del Art. 16 de la Constitución Nacional que consagra el derecho a la igualdad y de la ley nacional N° 23592, que veda el impedir arbitrariamente el pleno ejercicio de los derechos y garantías fundamentales reconocidos en la Carta Magna.
El recientemente fallecido Stephen Hawking expresó en una conferencia de la Unesco para promover mayor acceso de las tecnologías a las personas con discapacidad: “Quiero hablar en nombre de los que no pueden”, respecto a los derechos humanos fundamentales de las personas con discapacidad. “He sido un privilegiado de contar con el acceso a tecnologías de avanzada que me permitieron salir de la prisión de mi cuerpo”, dijo, pero buscaba poner sobre la mesa a “esas personas que viven en un estado de impotencia permanente”.
Los avances tecnológicos nos brindan hoy en día posibilidades impensadas poco tiempo atrás: sordos que puedan escuchar, ciegos que puedan ver. Es maravilloso poder apreciar los alcances de todo lo que pueden hacer por los derechos humanos básicos de los discapacitados los nuevos descubrimientos. Pero, a la par de ello, debemos remover los obstáculos de siempre. Y eso no se consigue sin políticas públicas claras y, en particular, activas en el ramo.

* Abogado, doctor en Ciencias Jurídicas. ** Abogado, magíster en Derecho y Argumentación Jurídica

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