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Comunicación directa entre las partes, asesores y el Poder Judicial (II): la otra

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Las hermanas Leticia y Sara ingresaron a la sala de mediación junto a su abogada y se pudo ver a Leticia con un gesto notablemente contrariado; con un tibio “buenos días” se ubicó muy cerca de su hermana, Sara, quien saludó amablemente. Eugenia Gutiérrez de Vásquez *

Seguidamente entró Rosa junto a su abogada. Leticia evitó mirarla. Iniciada la mediación, la abogada de las hermanas preguntó si era posible tener una audiencia privada. Se invitó a Rosa y su abogada a retirarse de la sala a la que luego ingresarían, y lo aceptaron.
Leticia comenzó entonces su narrativa. Su abogada le indicó delicadamente que expresara todo lo que quería y sintiera. Leticia se quebró de inmediato y sollozando preguntó: “¡Qué hace esa mujer aquí!, si nos arruinó la vida familiar. Mi madre se enfermó de pena y dolor por todo lo que ella hizo”. Con el correr de las preguntas su tono de voz bajaba y sus gestos frente a cada palabra que decía iban relajándose. “Nosotras éramos una hermosa y feliz familia junto a nuestros padres, viajamos mucho por el trabajo de él, siempre unidos.

Cuando esa mujer aparece en la vida de mi padre ya nada fue igual, todo se derrumbó. Y ahora quiere llevarse los bienes que no le pertenecen.” “Esa mujer -siguió narrando- lo llevó a mi padre a la ruina, le dio los dos hijos varones que mi madre no pudo darle y al final de la vida de él, para quedarse con la pensión, lo obligó a casarse. Yo estuve con mi padre sus años finales. Desde el casamiento nunca vivieron juntos porque mi padre vivía conmigo”.
Dándole un respiro a Leticia, preguntamos a Sara cuál era su visión de lo ocurrido. Luego de mirar a su abogada como solicitando consentimiento, Sara expresó que es cierto, que eran muy felices los cuatro. Pero que no puede culpar a Pedro, su padre, como tampoco a Rosa, de lo que pasó. Relató que fueron épocas difíciles, sus padres casi se separaron ya que él estaba saliendo con Rosa; tienen dos hijos mientras su padre aún vivía con su madre, pero no lo culpa de ello; tampoco a Rosa y menos a sus dos hermanos varones. Cuenta que estuvo en el casamiento de Rosa con su padre, unos tres años antes su muerte. Sara tenía una relación con sus hermanos varones, que mantenían desde que ellos eran chicos. Ella no vivía con su padre, tenía su vida, se casó, luego se separó, y no tenía la misma mirada que Leticia, si bien respetaba todo el dolor que su hermana sentía. Su fe católica le hacía comprender que su madre falleció de una enfermedad, que se fue en paz. Su padre expresó su deseo, siendo viudo, de casarse con Rosa, y quería dejarle la pensión como segunda esposa, y no le parecía mal. Leticia escuchó atentamente el relato de su hermana.
Al preguntarles a las hermanas qué esperaban de la mediación, Leticia respondió que “esa mujer se vaya de la sucesión de papá”. Sara acompañó a su hermana en sus expectativas pero aclaró que no sentía rencor. Su abogada explicó que se había solicitado judicialmente la exclusión de Rosa de la sucesión del causante porque no habían convivido desde que contrajeron matrimonio.

La narrativa de Rosa en reunión privada estaba cargada de emotividad por el causante y por sus hijos. Relató que Pedro tenía esta relación paralela al matrimonio desde hacía muchos años, de la que nacieron dos hijos, Juan y Lautaro, amados profundamente por su padre porque toda su vida había deseado tener varones y siempre le decía que su esposa no se los pudo dar. Preguntada por sus expectativas en la mediación, Rosa prefirió que hablara su abogada, quien expresó que ha conversado con su clienta y le ha informado y explicado que el juicio de exclusión como heredera del sucesorio llevará muchos años, por lo cual le sugirió, y Rosa lo ha aceptado, ceder sus derechos hereditarios a favor de sus hijos. Así se estaría accediendo al pedido de las hermanas Leticia y Sara y quedarían como herederos los cuatro hijos del causante.
Los intereses y necesidades de las partes coincidían, por lo que se decidió, con el apoyo de sus asesoras legales, designar una nueva audiencia a los fines que Rosa pudiera acompañar la cesión de derechos hereditarios a favor de sus hijos.
En la segunda reunión se firmó el acuerdo, según el cual Rosa se retiraba de la sucesión del causante cediendo por escritura pública todos sus derechos a favor de sus hijos José y Lautaro.

Antes de firmar el acuerdo, Leticia miró a Rosa. Las abogadas, con un gesto de acompañamiento y apoyo a ese momento, permitieron que Leticia expresara a las mediadoras: “Ya está, todo terminó”. Al retirarse, Rosa, expresó: “Gracias por todo, me retiro satisfecha porque soy la madre de los varones”.
En el proceso de mediación es esencial el restablecimiento de la comunicación directa y constructiva entre las partes y para ello, la colaboración y activa participación de sus abogados es un pilar fundamental para lograr la satisfacción mutua de intereses.

* Mediadora

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