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El impacto de la crisis en el sector textil afectó a más de 15.000 trabajadores

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Una combinación de menores ventas en el mercado interno, mayores costos vía aumentos
de tarifas de servicios y apertura importadora causó el cierre de varias plantas.

La apertura indiscriminada de las importaciones, la reducción del mercado interno y el alza de las tarifas de agua, luz y electricidad fueron golpes que uno tras otro afectaron a las empresas y los sectores económicos que más dependen de la evolución de la economía doméstica y el mercado de consumo local.
Lentamente, el proceso recesivo instalado en el país desde los últimos meses de 2015 y profundizado durante el año que pasó fue expresándose en términos de crisis de la producción y, consecuentemente, crisis en el mercado de trabajo.
La industria, por supuesto, encabeza los sectores en los que esa crisis se expresa con mayor crudeza. Dentro de ella, los sectores automotor y textil concentran las mayores señales de alerta y, por lo tanto, preanuncian los focos en los que se concentrará la conflictividad social durante los próximos meses, junto con la construcción, si es que la obra pública no se recupera rápidamente.

Según un informe del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), este marco tendencial se confirmó durante el pasado mes de enero. En ese mes, el sector textil se consolidó en el segundo lugar en términos de despidos y suspensiones a enero de 2017, entre los diferentes sectores industriales. Las textiles se han visto seriamente afectadas por la caída del consumo local y la apertura importadora, por lo que el sector reflejó 3.752 despidos y 11.820 suspensiones en el período comprendido entre diciembre de 2015 y enero de 2017 (incluyendo, entre otros, los casos de Broderie Suizo-Argentina, Felsom, Hilados I y II, TN Planex, Alpargatas, Coteminas, Guilford y Unisol–Puma).
En estos casos, distintas fuentes aseguran que la caída efectiva en los puestos de trabajo es incluso más elevada, pero difícil de constatar por el bajo nivel de registro en el sector y la utilización por parte de las grandes marcas de diseño de indumentaria de cadenas de subcontratación provistas por empleo informal y población inmigrante de países vecinos.

La Fundación ProTejer alertó que el empleo se redujo en 15.000 puestos entre formales e informales en toda la cadena textil, que se vio particularmente afectada por la avalancha de importaciones. Todo el esfuerzo realizado por la industria textil para invertir en maquinaria y tecnología de última generación para ganar en competitividad se ve ahora afectado por los cambios en las políticas económicas del Gobierno nacional que no han avanzado en una revisión de los costos financieros y de los impuestos que favorezca a los sectores productivos y generadores de empleo, advirtió ProTextil.
“Tampoco se avanzó con medidas para reducir los costos de logística que afectan la competitividad de las cadenas de valor del interior del país. No debe sorprender, entonces, que la aplicación de viejas recetas económicas, ya ensayadas en los años 90, arrojen los mismos resultados”, completó un documento de esta fundación que busca expresar al sector textil argentino. Es la explicación que le encuentran estos dirigentes al cierre de plantas textiles de las empresas Alpargatas, Coteminas, Guilford, GGM, Textil Neuquén, Pampero, TN&Platex, Broderie Suizo-Argentina, Felsom y Unisol, entre otras, que terminaron por bajar sus persianas frente al fuerte ingreso de indumentaria confeccionada en otros países con menores costos laborales y logísticos.

Según la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en enero las ventas de indumentaria en los comercios minoristas bajaron 2,2 por ciento frente al mismo mes del año pasado, pero las importaciones de ropa crecieron, en kilos, un 70,7 por ciento. El repunte más significativo se registró en suéteres, trajes, bufandas y ropa para niños; mientras que el precio promedio por kilo se redujo 23,6 por ciento en dólares, aunque los precios de los textiles subieron en los comercios 37,3 por ciento en 2016, según el índice de precios de la ciudad de Buenos Aires. En otros sectores, como el del calzado, el impacto de la apertura comercial y de la caída del poder adquisitivo de los salarios también se hizo sentir: las importaciones avanzaron 22,8 por ciento en enero de manera interanual, pero la compra de zapatos se desplomó 2,2 por ciento.
Contrariamente a lo que afirman quienes impulsan el ingreso sin regulaciones de productos importados, los precios no bajaron. Al revés, el año pasado el precio del calzado subió 29,3 por ciento. Según el Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav), en enero las importaciones de indumentaria subieron un 70,7 por ciento interanual, de 935 mil kilos a 1,6 millón. El segmento de suéteres, pulóveres y chalecos subió de 88 mil a 283 mil kilos (218 por ciento) y el de abrigos avanzó de 219 mil kilos a 258 mil kilos (17,8 por ciento).

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