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“Estamos viviendo bajo el imperativo del consumo”

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Así lo señala Natalia Andreini, psicoanalista cordobesa, al referirse a los factores que contribuyen a que hoy las adicciones sean una problemática recurrente

Por Luz Saint-Phat – [email protected]

Uno de los temas recurrentes en el debate social y en la consulta clínica de hoy son las adicciones y toxicomanías. Una problemática que no conoce fronteras de clases, de edades ni de géneros y que parece ser transversal a la sociedad actual.
Natalia Andreini es psicoanalista miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP) y de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL). También integra la Red EOL Sección Córdoba
En diálogo con Comercio y Justicia explicó en detalle algunos aspectos de esta temática, invitando a pensar sobre cómo se vive hoy y a reflexionar sobre lo que cada persona quiere y elige.

– ¿Cuáles son los factores que contribuyen a que hoy las adicciones y las toxicomanías sean una problemática recurrente?
– Me parece que como problemática es indiscutible, por el modo como se están presentando los casos y su cantidad. En cierto punto, también es de notar la gravedad de los episodios que acontecen con un riesgo de vida. Entonces, no se trata sólo de la cantidad sino también de las consecuencias. Aunque también hay que señalar que, en muchas ocasiones, en el tratamiento social que se da del tema, esto aparece como excusa, la expresión “estaba drogado” clausura cualquier tipo de lectura. Me parece que en ese caso hay un uso engañoso de la problemática y hay que tratarlo con cierta cautela para que esta excusa no nos impida pensar en cómo estamos viviendo hoy.

– Entonces ¿cómo estamos viviendo hoy para que los consumos problemáticos sean una temática de tanta relevancia?
– Podríamos decir que el uso de sustancias es hoy una evidencia de que estamos viviendo bajo el imperativo del consumo. Hoy, éste se ofrece como una modalidad de relación al cuerpo y al otro. Se trata de consumir determinadas comidas, relaciones, viajes, tecnología. La toxicomanía entonces pasa a ser un paradigma y puede ser una especie de espejo de lo que estamos viviendo hoy. Y lo importante de esto, al menos en la lectura que puede aportar el psicoanálisis, es que ese imperativo de consumo nos toca a cada uno en su búsqueda de satisfacción. En este sentido, el mercado hoy nos ofrece que el único modo de satisfacción es el consumo. Y así,  la persona -el sujeto- bajo ese imperativo se convierte en objeto. Mientras la escena puede parecer que es uno el que consume bajo un imperativo, en realidad uno queda como objeto. Cuando parece que fuera que yo hago lo que quiero, eso es una falacia absoluta. Entonces, cuando algunos intentos de tratamiento van por la vía de una “mano dura” o “tolerancia cero” -que es una política que tiene sus orígenes en Estados Unidos- también cobran ese valor de imperativo y, al final, redoblan la posición de objeto de esas personas.

– ¿Qué estrategias puede el sujeto poner en marcha para, aun viviendo en esta sociedad, desarrollar un camino alternativo al consumo?
– Primero, se trata de reconocer que es un imperativo y hay que desentrañarlo como tal. También considero que es necesaria una pausa, no sólo en el tiempo sino también un espacio donde cada persona pueda detenerse a preguntar por lo que quiere y elige. Éstas serían preguntas que apuntan al sujeto y permiten trabajar a “contrapelo” de ese lugar desubjetivante que implica ponerse bajo el yugo del imperativo y devenir objeto. Si algo buscan las políticas o la clínica del psicoanálisis es poder subjetivar eso que nos pasa, algo del orden de apropiarse como sujeto de lo que nos acontece. Esta sería la orientación a la que apunta el dispositivo analítico desde las primeras consultas, como en las políticas más sociales que puedan derivarse. Se trata de crear las condiciones para que -primero- haya un sujeto. Y esto es con una pausa ante la manía del consumo.

– ¿Cómo puede derivar esta perspectiva en una política social?
Es un tema complejo pero si uno pone más en el centro al sujeto -que es lo que nos interesa que exista- se puede ir a “contrapelo” de algunas medidas más normativizantes que rezan un “para todos igual” -es decir, orientaciones en las que todos tienen que llegar a determinada meta y el que no llega es candidado a diversos diagnósticos porque tiene problemas en el desarrollo-. En cambio, una política que pone en el centro al sujeto permite respetar tiempos, arribos y modalidades particulares, en vez de poner el énfasis en el resultado, el objetivo y la estandarización. Se trata de una lógica más interesada por lo que pudiere surgir de singular en cada sujeto, más que una política de “para todos iguales”, que se asimila mucho al imperativo. En este sentido, la Red de la EOL Sección Córdoba trabaja de esta manera. Allí, el sujeto puede consultar por la problemática que le inquiete de una forma accesible. La Red es uno de los dispositivos concretos en la ciudad que llevan adelante esta política.

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