En el aula, se recomienda la utilización de distintos modos específicos de intervención para trabajar con este tipo de alumnos.
Por Luz Saint Phat / [email protected]
Un nuevo período escolar está por comenzar y las aulas de gran parte del país se preparan para recibir a los alumnos. En este contexto, se plantean distintos desafíos al momento de la enseñanza, entre los cuales uno de ellos son las estrategias que pueden poner en juego los docentes cuando trabajan con infantes que poseen altas capacidades intelectuales (ACI). Sobre este tema se refirió, en diálogo con Comercio y Justicia, la doctora Paula Irueste, quien es directora del Servicio de Neuropsicología del Área Infantil de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y referente en Argentina del Consejo Europeo de Altas Habilidades (ECHA). “La mejor estrategia que se puede desarrollar es el aprendizaje por descubrimiento”, indicó la especialista. “Se trata de presentar un problema y un proceso de investigación donde las niñas y los niños pueden ir avanzando paso a paso en el conocimiento”, explicó Irueste.
Por otro lado, también dijo que en el mundo se están desarrollando otras opciones de intervención. Entre éstas se encuentra la aceleración de cursos, es decir el paso a niveles superiores de enseñanza. “En este caso, se necesita una evaluación integral del niño para ver si es conveniente adelantarlo. No sólo se trata de lo intelectual sino también de lo emocional”, indicó la doctora. Otras alternativas son la adaptación de la currícula -aunque esto no está contemplado hoy en el sistema educativo nacional para los casos diagnosticados con ACI- y la mentoría, que consiste en que los infantes posean un guía que los acompañe y los incentive en sus áreas de interés.
Prevalencia y heterogeneidades
Los niños y niñas con ACI son conocidos también como “superdotados” por ser infantes mucho más inteligentes que la media: poseen un coeficiente intelectual igual o superior a 130, mientras el rendimiento intelectual promedio ronda entre 90 y 110. Los estudios en torno a la temática indican que la prevalencia de superdotación se ubica en alrededor de dos por ciento de la población mundial, mientras que las ACI se manifiestan en 12% a 15 % de las personas. Aunque en los ámbitos tanto provincial como nacional no existen estadísticas oficiales, los registros internacionales son extrapolables al orden local, si se tiene en cuenta el número de casos en Córdoba. “Las evaluaciones realizadas en el servicio nos acercan a considerar que hay alrededor de 13% de casos en relación a la identificación de altas capacidades intelectuales en niños y niñas de entre cuatro y ocho años”, detalló Irueste. La heterogeneidad dentro de las ACI se manifiesta, fundamentalmente, de dos maneras: “La superdotación, que apunta a una generalidad en el rendimiento intelectual, mientras que el talento alude a una o más áreas específicas”, diferenció la especialista.
Respecto de los indicios que marcan estas altas capacidades del niño, los padres y las madres que realizan consultas en el servicio de la Facultad de Psicología de la UNC coinciden en las características de aprendizaje precoz que detectan en sus hijos: fluidez y correcta dicción del lenguaje, aprender a leer y escribir sin ayuda, una memoria relacionada a recuerdos de la infancia muy tempranos, hipersensibilidad y una fuerte emocionalidad. “Asimismo, tienen una gran energía y una avidez intelectual muy marcada a la hora de realizar tareas que realmente les interesan. Este interés suele ser inclinado hacia una temática específica tendiendo a profundizar en ella de manera acabada”, agregó la doctora consultada por este medio. A su vez, las consultas clínicas indican que, si bien se presentan algunos indicios antes de los cuatro años, es a partir de la escolarización cuando aparecen las dificultades en este tipo de sujetos. Irueste detalla que “la falta de motivación o el aburrimiento pueden acompañar a las características mencionadas” y ése puede ser considerado en el ámbito escolar como el “talón de Aquiles” de los niños y niñas con ACI, llegando a confundir las altas capacidades intelectuales con otros cuadros clínicos como el Déficit de Atención e Hiperactividad o el Síndrome de Asperger.
Además, el bullying, el bajo rendimiento, la angustia o la falta de identificación pueden ser otros de los obstáculos ante la falta de respuesta a sus necesidades educativas específicas. En este sentido, Irueste recomienda que es necesario un “estudio en profundidad de la singularidad de cada caso. Algunos niños y niñas son más líderes y se encuentran bien integrados a sus pares. Mientras, en otros casos pueden padecer más la integración en el aula porque tienen intereses o potenciales que no pueden ser ampliamente desarrollados o por presentar dificultades en las interacciones con el grupo de compañeros”.
Familiares y políticas públicas
En este contexto, padres y madres de los infantes con ACI, junto a profesionales en la temática, se agruparon en la asociación Embajadores ACI -que nuclea a unas 500 familias en el país- bajo un objetivo: lograr la inclusión. En las estadísticas que la entidad pudo relevar, existen aspectos preocupantes: las necesidades de 93% de los chicos no son atendidas; 100% requiere un tratamiento -principalmente psicológico- y 80% sufre bullying en la escuela. Ante esto, los Embajadores ACI lanzaron la campaña nacional “Tres puntos por la inclusión ACI”, en la que solicitan la creación de una Secretaría para la Atención de las Altas Capacidades Intelectuales dentro del Ministerio de Educación de la Nación, la capacitación docente y la reglamentación e implementación del artículo 93 de la Ley Nacional de Educación -sancionada hace 11 años- que contempla que las autoridades educativas jurisdiccionales diseñen programas para la identificación, evaluación, seguimiento y orientación de alumnos con talentos especiales.