Prioridad para pasar no implica “arrasar” con todo

La alzada recordó que la Ley de Tránsito establece que en las encrucijadas urbanas sin semáforo se debe conducir a una velocidad precautoria nunca superior a 30 kilómetros por hora, con el objetivo de que se pueda conservar el completo dominio del vehículo. [privado] La Sala J de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil hizo lugar a la demanda de un conductor que fue impactado por otro, de manera sorpresiva, cuando se disponía a cruzar una avenida. Pese a que el accionado circulaba por una vía de “mayor jerarquía” y que tenía prioridad de paso, se lo condenó a indemnizar al actor por haberlo impactado. A su turno, la parte demandada y su compañía aseguradora impugnaron la atribución de responsabilidad efectuada en primera instancia y sostuvieron que el actor pretendía cruzar la avenida -es decir, la arteria de mayor importancia-, y que en la emergencia no prestó el debido cuidado, lo que generó el siniestro. Carga Asimismo, relativizaron la importancia de las declaraciones que se tomaron en sede policial al actor y al único testigo presencial del evento. También criticaron la suma establecida en concepto de daño moral por considerarla exorbitante, y censuraron que fuera superior a la que se reclamó. Por su parte, la alzada valoró que quedó demostrado que fue el actor quien adoptó las precauciones del caso y recordó que pesa sobre el accionado la carga de probar la causal eximente que alega para destruir la presunción de responsabilidad en su contra; es decir, la culpa de la propia víctima. En tanto, enfatizó que tener “prioridad de paso” no implica tener un “bill de indemnidad” para arrasar con todo lo que se interpone en el camino de quien maneja un rodado. En esa línea, el tribunal plasmó que según lo prescripto por el artículo 51, inciso e, de la Ley de Tránsito (24449), en las encrucijadas urbanas sin semáforo se debe conducir a una velocidad precautoria nunca superior a 30 kilómetros por hora, con el objetivo de que se pueda conservar el completo dominio del vehículo. Por otra parte, opinó que la sentenciante de grado rechazó con acierto lo reclamado por daño físico, pues el perito médico no constató incapacidad de esa naturaleza, pero valoró como acertado que el perjuicio psíquico fue acreditado y que se imponía su resarcimiento. “El daño moral importa una minoración en la subjetividad de la persona, derivada de la lesión a un interés no patrimonial, o con mayor precisión, una modificación disvaliosa del espíritu, en el desenvolvimiento de su capacidad de entender, querer o sentir, lo que se traduce en un modo de estar diferente de aquel en el que se hallaba antes del hecho, como consecuencia de éste, y anímicamente perjudicial”, precisó la Cámara, disponiendo que el capital fijado para afrontar el tratamiento del daño psíquico ($3.000) devengue intereses recién a partir de la notificación de la sentencia, si no se demostró erogación previa en tal sentido. [/privado]

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