jueves 18, abril 2024
El tiempo - Tutiempo.net
jueves 18, abril 2024

Femicidios en el ojo de la tormenta

ESCUCHAR

La violencia de género atiende a las relaciones de poder y de desigualdad entre el ser hombre y el ser mujer, las cuales son simbólicas y construidas culturalmente, tal como referí en la publicación en este medio, de nombre “La distorsión cognitiva en el proceso judicial”.

Sin embargo, no está de más aclarar que la violencia de género no es sólo hacia las mujeres sino que puede tener por objeto también a los hombres; su esencia es una lucha por el poder.

El término femicidio proviene del inglés “femicide”, que empleó públicamente la feminista sudafricana Diana Russel, en 1976, en el tribunal de crímenes contra las mujeres. Aunque se reconoce su precursor en 1801, en Inglaterra, para referirse al homicidio de una mujer.

Según Lagarde 2006, una de las claves de la violencia es su legitimidad, ya que aunque sea ilegal, la cultura y la sociedad la naturalizan constantemente y así pasa a ser invisibilizada.

Aunque el homicidio-femicidio es la máxima expresión de violencia, de la que no se tiene retorno, también conforman el femicidio otras expresiones de conductas violentas previas que atentan contra las mujeres por medio de sus bienes materiales, sus seres queridos, sus animales, etcétera, es decir todo aquello valorizado y que sea parte de los afectos de la víctima, para que su ausencia o perjuicio le pueda generar un daño.

La amenaza perpetrada por el agresor no es suficiente por sí; tampoco lo es la violencia, es necesaria la situación de impotencia, de aislamiento, de sentirse vulnerable para que el miedo no sea la advertencia o el factor de cambio para el insigh o toma de conciencia de la mujer sino que, por el contrario, éste sea asimilado a su convivencia como algo normal. El hito lo constituye cuando la tensión en la relación llega a su máxima expresión y se produce una agresión tal que la víctima intenta poner un límite y acudir a la autoridad.

El sentimiento de pérdida de control del agresor tiene distintas respuestas y/ o consecuencias, dependiendo de diversos factores particulares de cada caso, pudiendo ser éstos de índole psicológico, de personalidad, coyunturales en la relación que hacen cada caso único. Pues no es lo mismo un agresor con un componente psiquiátrico severo, en quien sea imposible el control de impulsos, a ese otro que lo haga como acción sistemática con plena intencionalidad y conocimiento de lo que está haciendo, cuya ejecución de la conducta gravosa le genere placer, tal como ocurre en el sadismo contra niños y los animales, entre otras víctimas.

A diferencia de los asesinos en serie, de personalidad psicopática antisocial con graves distorsiones en su autoestima, que hasta buscan confesar sus crímenes con la necesidad de autoafirmarse, la violencia de género presenta otras particularidades. Aunque existen diferentes conceptualizaciones, se puede decir que la violencia de género es motivada por un estado emocional intenso en el que la ira interactúa con actitudes de hostilidad, junto con un repertorio de conductas pobres en lo referido a las habilidades cognitivas de comunicación y capacidad para solucionar problemas, por una parte, y otros factores precipitantes -como los celos, el estrés, el consumo de sustancias psicoactivas y la percepción de vulnerabilidad de la víctima-, que confluyen en una resultante mortal.

Los perfiles psicológicos del maltratador pueden variar desde aquellos que presentan un factor de  desconsideración extrema hacia las normas sociales, emocionalidad superficial; pasando por otros capaces de ejercer violencia controlada a  fin  de someter y dominar a su víctima; hasta el que es incapaz de describir sus sentimientos, presenta gran temor al abandono de su pareja, no pudiendo parar la agresión hasta que la ira y los celos acumulados se hayan descargado. Si bien en todos los agresores se encuentra un bajo control de impulsos, esto no es suficiente habida cuenta de que el descontrol va dirigido con exclusividad a su pareja o expareja y no a otra persona.

No todo es lo que parece
Así como muchos maltratadores sufren psicopatologías tales como trastornos de personalidad, psicosis, border line, psicopatía, etcétera, agravadas o no por drogas y otros factores contextuales, de igual forma no están exentas las víctimas de padecerlos.

Dentro de la varieté de pericias psicológicas en las que he intervenido por denuncias formalizadas, algunas de las cuales hacia los supuestos agresores, han respondido a otras motivaciones y hasta a trastornos de personalidad de la víctima, por ejemplo el paranoide: la víctima es capaz de autolesionarse y estructurar un delirio que la perpetúe como víctima, siendo capaz de acusar y sostener como victimario a un inocente.

La intervención de la Justicia es necesaria en la investigación de todo delito y en estos casos de administrar toda medida preventiva para resguardar la integridad de las personas. Sin embargo, las relaciones de género violentas se originan fuera de la Justicia y se reproducen socialmente.

* Psicóloga judicial multifuero. Perito de control

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Leé también

Más populares

Sin contenido disponible

¡Bienvenid@ de nuevo!

Iniciá sesión con tu usuario

Recuperar contraseña

Ingresá tu usuario o email para restablecer tu contraseña.

Are you sure want to unlock this post?
Unlock left : 0
Are you sure want to cancel subscription?