jueves 28, marzo 2024
El tiempo - Tutiempo.net
jueves 28, marzo 2024

Argentina-Estados Unidos: apuntes sobre una historia de la infamia

.
ESCUCHAR

Por Javier De Pascuale – [email protected]

Después de casi tres centenares de acuerdos, nuestro país pierde plata en el comercio con ese país

Una densa malla de hilos de acero construida pacientemente desde hace 163 años ata las decisiones que se toman en los escritorios más grandes de Balcarce 50 a lo que suceda a casi 9.000 kilómetros de distancia, en la capital de los Estados Unidos de Norteamérica.
Los 49 presidentes que tuvo nuestro país en su historia independiente firmaron nada menos que 275 tratados bilaterales con EEUU, a razón de seis por mandato. Quizás algún exagerado podrá decir que gobernar Argentina ha sido para muchos mandatarios buscar algún acuerdo con la gran potencia del norte. Por supuesto, para algunos más que para otros, porque “no todos han sido lo mismo”.
Los gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rúa, por ejemplo, produjeron en una docena de años nada menos que 106 tratados con Washington. Imagine el lector el nivel de confianza que existía entre los funcionarios de Cancillería y del Departamento de Estado, después de tejer con paciencia oriental una decena de acuerdos cada año, sacrificando vacaciones y extremando el estudio de la lengua de Shakespeare en pos de profundizar lo que un canciller de aquel momento graficó como “relaciones carnales” entre los dos países, o lo que el Bardo de Avon llamaría “relación de vasallaje” entre el siervo y su amo.
En contraste con aquella hiperactividad, los funcionarios de Cancillería se tomarían un largo respiro bajo la presidencia de Néstor Kirchner, período cuando el ministro de Exteriores Rafael Bielsa firmó un solo tratado bilateral con la potencia del norte, referido al control del tráfico de drogas. Y lo hizo casi de casualidad, porque era un negocio de Eduardo Duhalde que se demoró un par de meses más de lo debido, motivo por el cual “cayó” en otra administración.

Volviendo a la historia de relaciones bilaterales soldadas a fuego, la historia que puede estudiarse en la Dirección de Tratados de Cancillería reserva el curioso detalle de que el primero fue firmado el 9 de julio de 1853. El día cuando la Asamblea juraba la flamante Constitución de esta nueva y gloriosa Nación, John Pendleton, rubio representante del gobierno EEUU preparaba los papeles que una hora después firmaría el presidente provisorio Salvador María del Carril, una suerte de Federico Pinedo del siglo XIX, quien ocuparía el sillón rivadaviano por poco tiempo antes de secundar a Urquiza.
Establecía aquel vergonzoso instrumento la libre navegación de los ríos Uruguay y Paraná para todo buque mercante que portara el pabellón estadounidense, extendiendo esa inmunidad incluso a los tiempos de guerra. Hacia el futuro, el tratado preveía además que “cualquier favor o inmunidad que la Argentina conceda a cualquier otra nación se extenderá igualmente a los Estados Unidos”.
Podríamos decir que allí nacían las relaciones carnales, con el surgimiento mismo de la Nación. Para completar el cuadro, recordemos que Del Carril pasaría tristemente a la historia como el hombre que le pidió a Lavalle que fusilara a Dorrego. Y Pendleton, apodado en su época The lone star (la estrella solitaria, por ser el único whig -liberal- de Virginia), engrosaría el salón de héroes del país del águila calva después de celebrar contratos de vasallaje con Chile, Paraguay y Uruguay, además de Argentina. Su casa es hoy monumento histórico.

Mención aparte merece el “tratado sobre promoción y protección de inversiones” (foto), firmado en 1991, cuya arquitectura -armada por Domingo Cavallo- genera inconvenientes hasta hoy al país, por someter las controversias a jurisdicción extranjera. Entre otras “perlas”, este collar porta la prohibición de expropiaciones. Algo que Argentina cumplió pero EEUU no, en el diferendo de los fondos buitre.
Lo interesante del caso es que después de esa larga marcha de dos siglos por la construcción de un corsé normativo que nos atara a la potencia del norte, los beneficios en metálico de tal alianza brillan por su ausencia, por lo menos en el comercio. Argentina es uno de los pocos países de la región americana que pierde plata en el intercambio de mercaderías con Estados Unidos. Despachamos con ese destino poco más de tres mil millones de dólares en productos (en su mayoría primarios), mientras que compramos a su industria productos por casi ocho mil millones, siempre hablando en su moneda.

Uno de 500
Para el decisor de políticas de comercio en Washington, que está sentado sobre un volumen de intercambio con el mundo de más de 4 millones de millones de dólares, Argentina es un cliente que representa el cero-coma-cero-dos-por-ciento de su comercio. Si Donald Trump se parara en un auditorio de 500 personas que representaran los socios comerciales de su país, México ocuparía 100 butacas y la Argentina una.
Grave contraste de la historia, 275 tratados para venderles té, vino, miel y cueros y además, perder plata. Pasa que como en el infierno del Dante, donde el descenso a los horrores del averno es interminable, el camino de las relaciones bilaterales desequilibradas por la sumisión tampoco parece terminar nunca. Senderos de traición, propios de aquella tragedia de Shakespeare en la cual los hombres que los transitaban portaban puñales en sus sonrisas y la cercanía entrañaba peligro: cuanto más cercanos son, más sangrientos, advierte la tragedia. Es casi una lección para nuestra diplomacia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Leé también

Más populares

Sin contenido disponible

¡Bienvenid@ de nuevo!

Iniciá sesión con tu usuario

Recuperar contraseña

Ingresá tu usuario o email para restablecer tu contraseña.

Are you sure want to unlock this post?
Unlock left : 0
Are you sure want to cancel subscription?