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Trabajar siendo felices: romper moldes es posible

DANIEL CEREZO. Con una historia de autosuperación, propone un nuevo paradigma en el mundo del trabajo.
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Gerencia de felicidad, así se llama el libro que pretende romper moldes, cambiar el paradigma del mundo del trabajo y advertir al sector privado que tiene que empezar a cambiar.

“Pareciera que el trabajo tiene que ser un sacrificio, algo con esfuerzo. Lo que digo en este libro es que además de formarte como profesional, el trabajo puede formarte como persona y eso tiene que ser una etapa feliz. Se puede vivir el mundo laboral como un lugar donde uno se enriquezca no sólo a nivel económico sino a nivel personal”, expresa su autor, Daniel Cerezo quien explicó a Formación Continua el alcance de la nueva publicación.

Con una historia de superación personal tras vivir la infancia en una villa, llegó a gerente de Capital Humano de la empresa de alpargatas Paez y luego a gerente de Cultura y Felicidad de la misma firma. Hace apenas unos meses dejó ese puesto para fundar, a los 33 años, su propia empresa: CreerHacer.

“Lo que hice en Paez -explica- fue estar todo el tiempo focalizado en la persona y no tanto en la liquidación de sueldos. Buscaba tener un sentido, no sólo buscando de mejorar la producción sino también para mejorar la calidad de vida de las personas. Con programas y proyectos pensados para un liderazgo desde el ser y no solamente desde el hacer, un liderazgo con sentido”.

Su propia historia lo respalda y es lo que compartió con futuros profesionales de la Universidad Siglo 21 en su paso por Córdoba. Cuenta que de niño vivió en San Juan hasta que su padre recibió una oferta de trabajo en Buenos Aires, por lo que se mudó con toda su familia. La oferta no se concretó y al poco tiempo su padre falleció, lo que llevó al resto de la familia en poco tiempo a la pobreza extrema, debiendo usurpar un terreno en una villa y haciendo lo posible por sobrevivir.

Su pasión por la música lo llevó a tomar clases de piano en la Fundación Crear Vale la Pena que ofrecía esa posibilidad en la villa donde vivía. Allí fue alumno, docente, coordinador y director ejecutivo. Trabajó luego en numerosas ONG, enseñando oficios y trabajando con talleres para jóvenes presos. En 2010, dando una de sus charlas, conoció a Tomás Pando, uno de los fundadores de Paez quien al escucharlo le pidió que formara parte de su empresa como Gerente de Recursos Humanos. Luego de un tiempo, formó un nuevo puesto, que llama Gerencia de Cultura y Felicidad.

“Necesitamos trabajar los valores y la cultura de la empresa. También trabajar en barrios y en villas desarrollando valores y empoderando a las personas en ambos sectores. Estos dos sectores que parecen totalmente diversos, que se miran entre ellos como alguien a quien pedir o dar  tienen mucho que aprender mutuamente”, reflexiona.

“La idea madre que siempre quiero transmitir -continúa- es que todo el mundo tiene oportunidades, todo el mundo necesita mejorar su calidad de vida, no importa de dónde venga. Lo más importante es hacia dónde vamos y qué queremos construir como sociedad. La peor pobreza no es el hambre y el frío de la noche sino la pobreza humana”.

No alcanza sólo un sueldo
¿Las empresas necesitan un gerente de felicidad? “No”, contesta Cerezo. “Los que necesitan un gerente de felicidad son las personas. A la generación “Y” (nacidos entre los años 1980 y 2000) no les alcanza con que les paguen un sueldo digno sino que necesitan sentir lo que están haciendo, necesitan retroalimentarse, entonces empiezan a exigir esto a sus empleadores. Las empresas que no se adecúan a este paradigma, empiezan a tener problemas de reclutamiento, de rotación, de incentivo”, explica.

Según Cerezo, quien es docente de Liderazgo y Desarrollo de Recursos en programas de liderazgo, las nuevas generaciones “no se comprometen con las empresas por un sueldo sino que éstas les tienen que asegurar que la van a pasar bien, que van a hacer cosas para su crecimiento personal; también les interesa generar conciencia social. Las nuevas generaciones están pidiendo una evolución y si las empresas no lo hacen, tienen grandes problemas”.

Desde agosto Cerezo se desempeña en su propia empresa CreerHacer. Allí trabaja con empresarios para formar valores y cultura dentro de la compañía; y en barrios y villas tienen un programa donde aprenden de las empresas. Su sueño es que el sector social y el empresarial aprendan mutuamente, se conozcan y generen un aprendizaje colectivo. Con otros tres socios y un equipo de 20 personas, “trabajamos por la integración y la transformación social”.

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