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“Sin ética, la economía pierde la brújula”

Desigualdades. Son 86 las personas multimillonarias que, según el último informe de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas -al que se refirió Bernardo Kliksberg (foto)- tienen un patrimonio muy superior al de las 3.500 millones de personas con menos recursos del planeta.
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El catedrático hace referencia a valores como la honestidad, la transparencia y el bien común. Asimismo, asegura que Latinoamérica reclama una “economía con rostro humano”.

Bernardo Kliksberg es doctor en Economía, contador, licenciado en administración y sociólogo, pero -además de todo ello- es uno de los referentes internacionales más importantes en materia de ética aplicada a la economía y las finanzas.

Convocado por la Universidad Católica (UCC) para participar de El Atrio de los Gentiles (se realiza desde 2001, promovido por el Pontificio Consejo de la Cultura), conversó con Comercio y Justicia y se explayó sobre el tema que lo convoca: “Desafíos económicos para el bien común”.

-La economía, ¿sirve al bien común?
-Para que la economía sirva al bien común es fundamental restablecer la relación entre ética y economía. Nació como una ciencia moral allá por la época de Adam Smith y David Ricardo, quienes hacían referencia a valores como la honestidad, la transparencia y el bien común. Ellos advertían de que, si eso no se daba en la economía, podía llegar a ser muy disfuncional a la sociedad. En las últimas décadas, muchas visiones han desconectado la ética de la economía, como sugiriendo que la ética es un tema para las iglesias y las espiritualidades. Yo sostengo lo opuesto: sin ética, la economía pierde la brújula.

-Lo sostiene el papa Francisco …
-Sí, y es la voz más escuchada del mundo. Él dice que debemos volver a una economía humana. La reflexión ética debe estar presente en el diseño de las políticas públicas, en el desarrollo de estrategias de responsabilidad empresarial y también en las acciones de los individuos y de los medios de comunicación. Hay economías que lograron que la ética sea el centro. Ejemplo de ello son los países nórdicos. Noruega es el número uno desde 1990 que se edita el informe de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas. Suecia, Dinamarca y Finlandia también están entre los primeros puestos. Y que sus economías tengan “rostro humano”, como yo llamo, no quiere decir que sean ineficientes. Al contrario, son de las más avanzadas tecnológicamente, son las que tienen menos desocupación y el mejor relacionamiento con el medio ambiente. En esas economías, el valor central es la igualdad y, según el coeficiente de Gini -que mide la desigualdad-, tienen el nivel más bajo del planeta. Entonces, la ética permite desarrollar un proyecto económico sano y sustentable por medio de valores como la equidad. ¿Cómo se consigue?, con inversiones muy importantes en materia educativa, de salud, de inclusión social y de formación ética.

-¿Hay que apostar a la educación?
-Es prioritario, no sólo porque nos permite tener mano de obra calificada, sino porque es un fin en sí mismo: ayuda a que la gente se forme, desarrolle sus capacidades intelectuales y espirituales. El que las cultive aspira a una mejor calidad de sociedad.

-El Gobierno nacional hace mención a lo que hace para disminuir la brecha ¿cómo analiza usted esa cuestión?
-Yo creo que en toda América Latina hay una fuerte aspiración a conseguir una economía como la que pregona el Papa, es decir, los ciudadanos quieren una economía con rostro humano. Cada país tiene sus propias complejidades históricas y sus propias luchas, pero es una aspiración cada vez más generalizada. Una economía con equidad significa que todos tengan la posibilidad de terminar aunque más no sea el secundario, tener acceso a los avances en materia de salud, que todos puedan acceder a un trabajo decente. Latinoamérica ha hecho avances, pero tiene una tercera parte de la población bajo la pobreza, unos 160 millones, según la Cepal. Hay mucho por hacer. Hablar de ética aplicada a la economía significa pensar en eso.

-¿Cómo ve la cuestión ética en el sistema financiero y la discusión que está ocurriendo en el ámbito internacional?
-El mundo tuvo una gran crisis internacional que se mantiene hasta nuestros días y los informes internacionales coinciden en que hubo una razón central -no la única-: la especulación financiera. Cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se refiere a este tema lo menciona como la codicia desenfrenada y el Papa dice que la especulación financiera es regresiva, maximiza las desigualdades, desestabiliza y es antinómica al bienestar público. Eso sucede en todos los lugares donde se practica la especulación. Y hay un clamor que el Papa encarna magníficamente cuando dice que debe haber regulaciones éticas.

-¿La regulación debe partir de algún pronunciamiento internacional o debe nacer en cada país?
-Ambas cosas son compatibles. Yo creo que deben suceder ambas. La clave de estos problemas está en que no estamos siendo responsables los unos de los otros.

La conferencia
“Desafíos económicos para el bien común”. Disertarán Stefano Zamagni, Bernardo Kliksberg, Juan José Almagro y José María Rinaldi.  Será en el Salón Vélez Sársfield de la UNC, hoy desde las 19.

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