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“Es ingenuo creer que se van a retrotraer los precios”

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Para el especialista José María Rinaldi, los acuerdos no solucionan el problema estructural de una Argentina oligopólica sin mecanismos de regulación. “Todavía hay margen para más aumentos”, aseguró.

Mucho se consultó respecto del impacto de la reciente devaluación en los diferentes sectores de la actividad económica, pero poco espacio se destinó al análisis y la proyección. Con esa intención, Comercio y Justicia buscó la palabra de un desapasionado y pensador independiente: José María Rinaldi, analista económico y profesor de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC).

-¿Era necesaria la devaluación?
-Es una medida económica que se tomó de manera aislada y apresurada. El tema de debate es si había o no retraso cambiario. Y esa es una discusión complicada porque depende para quién. No es lo mismo el retraso cambiario para un sector, que para otro. Hay sectores que tienen ventajas competitivas y un determinado tipo de cambio le es rentable, mientras que para otros, no. De hecho, Argentina tiene desde 2003 y hasta la actualidad, un tipo de cambio múltiple, porque el sector agropecuario recibe un tipo de cambio (el único y libre del mercado menos las retenciones),  petróleo tiene otro tipo de cambio, la industria otro, y así sucesivamente. Entonces, hacer un análisis del proceso inflacionario versus la evolución del tipo cambiario no es del todo correcto. No es que esté mal, pero es sólo un aspecto.

-¿Entonces cómo se lo debería abordar?
-Todos los analistas coincidimos en que la evolución del tipo de cambio fue a la zaga de la inflación. El problema es que no sabemos de cuánto fue la inflación. Pero de todos modos, al concluir 2012, había retraso cambiario. Desde 2013 y particularmente desde la gestión de Jorge Capitanich (jefe de Gabinete), se aceleró el esquema devaluatorio. De hecho, en 2013, y siempre hablando del sistema único y libre de cambio que es el que concentra entre 97 y 98% de todas las operaciones cambiarias, se devaluó 33%. Eso superó cualquier otro indicador macroeconómico: el de las paritarias fue de 22 ó 23%; el de la inflación -según los análisis- estuvo entre 22 y 23%. Osea que hubo una mejora en el poder adquisitivo. Creo que el centro del debate  está en saber por qué permitieron una devaluación súbita de 20%, porque no es gratis. Esta transferencia tan importante de recursos hacia el sector exportador se paga con el impacto en los precios, que ya era un problema desde hacía casi cuatro años.

Se están transfiriendo recursos desde los sectores de ingresos fijos, asalariados, que están posicionados en pesos, hacia los sectores exportadores. En muchos casos se puede decir que está justificado porque hay sectores manufactureros que no podían competir con el anterior tipo de cambio, pero hay otros sectores que ya tenían rentabilidad y van a tener beneficios que, como indica Mario Rapoport (economista del Plan Fénix), es uno de los efectos de la devaluación: el beneficio para los sectores exportadores y el colchón para luego amortiguar el incremento de los costos de los insumos. Porque ahora van a venir las paritarias y ahí van a sacar los dientes. Seguramente, como es el estilo peronista, van a aparecer los pactos sociales, que son todos estos acuerdos que están apareciendo.

– ¿Eso significa que todo esto va a terminar en otro Rodrigazo?
-No creo. La situación política de Argentina de hoy no es como la de ese momento. No nos olvidemos que Perón en 1974 tuvo muchos problemas cuando la reforma al Código Penal le provocó el enfrentamiento con la Juventud Peronista, cuando echó a los diputados jóvenes del peronismo y cuando el 1º de mayo se le va toda la izquierda peronista de la Plaza. Luego, el 1º de julio él muere y toma la conducción José López Rega, y nombra a un ministro que provoca un tarifazo con los mismos efectos de una devaluación, y después la devaluación, y después el golpe militar. Por eso es importante hacer un análisis más desapasionado y responder esto que me preguntabas: ¿vamos hacia el caos? Que la devaluación sea una medida aislada, que se dé con toda esta serie de ‘acuerditos’, y creer que los empresarios van a retrotaer los precios al 21 de enero, es de una ingenuidad terrible y significa ir al caos. ¿Qué es lo que no te hace ir al caos? Conocer cuáles van a ser las medidas económicas que le van a seguir.

-Pero no las dan a conocer…
-Ahí está. El tema es que no conocemos cuáles van a ser esas medidas. Hoy (viernes) estamos igual que el viernes anterior. Lo único que sabemos es que hay una devaluación, que hasta ahora es una medida aislada que va a impactar indudable y necesariamente en los precios, y que se va a hacer el tradicional ajuste. Si la devaluación es suficiente para que se liquiden las exportaciones y se hagan de  reservas y nuevamente se virtualicen los balances básicos de la economía -el externo, el fiscal y el monetario- es una cosa. Pero para eso hay que tomar medidas de política económica. Si queda como una medida aislada, si los exportadores no liquidan especulando con una mayor devaluación, vamos hacia el caos.

-Hace una semana que el dólar oficial está en torno a los 8 pesos.¿Puede que ése sea el valor o cree que se va a devaluar más?
-Lo que pasa es que lo mantienen ahí porque intervienen en el mercado y están sangrando las reservas.

-¿Cuánto tiene que pasar para que nos quedemos con la idea de que ése es el valor y no se afecten las reservas?
-Más que tiempo son anuncios. Yo estoy esperando la cadena nacional para saber qué es lo que vamos a hacer. Porque hay muchas cosas para hacer. La sangría no sólo viene por el lado de la flotación administrada sino que también se liquidaron mil millones de dólares para pagar energía. Febrero va a insumir más de mil millones de dólares más, y si no nos hacemos de dólares de exportación, vamos a caer en el desbalance externo. Esto ya impactó en el consumo. Si se desmotoriza el consumo, no hay recaudación; si no hay recaudación, se agudiza el déficit, y esto genera un círculo vicioso en el que se van deteriorando los balance básicos de la economía.

-Usted dijo que lo peor que nos podía pasar es volver al neoliberalismo. ¿Este modelo también fracasó?
-No, no fracasó. El hecho de que desde 2003 a la actualidad se haya crecido en torno a 7% es inédito en Argentina. El modelo tiene sus virtudes, pero faltan cosas, hay errores, hay torpezas. Lo que sí creo es que hay un volantazo a la banquina, porque el modelo tiene, o tenía, tres virtudes: el tipo de cambio devaluado (lo que se llama modelo de tipo de cambio competitivo o matriz productiva), la liberación de recursos fiscales vía la reestructuración (eso ya está logrado) y el consumo o la mejora en el poder adquisitivo, es decir, el consumo sumado al gasto público que es lo que permitió tasas positivas con algunas desaceleraciones como las de 2009 y 2012. Entonces, el volantazo a la banquina es desactivar esos otros ejes para volver a reactivar el eje de la matriz productiva. Con ese eje se traccionó la salida de la crisis de 2002, pero la situación no es la misma.

Siempre el porcentaje de devaluaciones en Argentina fue el piso de los incrementos de los precios. En cambio, en 2002 fue el techo. Nada se incrementó más de cuatro veces porque la situación era única y espero que irrepetible: con 54% de la población en situación de pobreza no había margen para aumentos. Hoy la situación es distinta.

-¿O sea que todavía hay margen para mayores aumentos?
-Por supuesto, es lo que se está haciendo. Yo no creo que los acuerdos solucionen el problema estructural que tiene Argentina, que es la concentración y la extranjerización. Es decir, un sistema productivo oligopólico, que no es que en otros lugares del mundo no existan. Existen, pero nosotros no tenemos mecanismos regulatorios, y si los hay, son formales y en los hechos no funcionan. Ésas son las fallas; y también creer que los acuerdos van a ser efectivos. Eso es ingenuo.

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